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Historia de la Ciudad de Toledo - Patrimonio de la Humanidad

Toledo, ciudad celtibérica en sus orígenes, habitada por el pueblo de los carpetanos, iniciaría su andadura a lo largo de la historia convirtiéndose en uno de los más importantes enclaves peninsulares conquistado por Roma en el año 192 a. C.

Perteneciente a la provincia cartaginense fue bautizada como Toletum por los romanos. Su enclave, elevada en lo alto de un peñón pétreo rodeado por el río Tajo, la hizo infranqueable a la vez que estratégica por su posición privilegiada en la Meseta. Dicho protagonismo la configuró como capital del reino durante la etapa visigoda, desde el siglo VI al VIII.

Durante tres siglos, el Reino Visigodo de Toledo atravesaría por momentos de esplendor y de dificultades políticas por los sucesivos cambios en el poder, y sus consecuentes intereses fruto de una monarquía no hereditaria. En este contexto surgió una de las figuras más interesante para la ciudad, San Ildefonso, arzobispo metropolitano de Toledo, en cuya figura se concitan la historia y la leyenda, que serán a la vez  señas de identidad de nuestra ciudad.  Uno de los acontecimientos más destacados en el devenir de reino fue la celebración en el año 589 del III Concilio de Toledo, en el que el rey Recaredo se convirtió del arrianismo al catolicismo, y por ende, todo el Estado.

La batalla de Guadalete, acaecida en el año 711, puso fin al dominio visigodo para dar paso a las tropas bereberes. Don Rodrigo, último rey godo, fue derrotado por los musulmanes capitaneados por Tarik. El cambio de poder provocó además la pérdida de la capitalidad de Toledo como sede política y religiosa, trasladada a Córdoba por el Islam.

En el siglo XI, Toledo se transformó en un importante Reino Taifa tras la disgregación del califato cordobés. El resurgimiento de las artes y de las ciencias recupera para la ciudad cierto protagonismo cultural. En el año 1085 se tornó el poder en favor del cristianismo con la reconquista de Toledo por  el rey Alfonso VI.  

Tras la reconquista, y fruto de la confluencia de las tres religiones, Toledo adquirió el apelativo de Ciudad de las Tres Culturas. Las comunidades cristiana, judía y musulmana enriquecieron la ciudad con su saber y tradiciones. La Escuela de Traductores de Toledo, impulsada por el rey Alfonso X El Sabio en el siglo XIII, se convirtió en el movimiento cultural con el que recuperar y difundir  la tradición  clásica a través de los textos conservados. 

Durante la Edad Media Toledo experimentó un crecimiento progresivo tanto en lo económico como en lo cultural, impulsado por el auge nobiliario y el poder de la primacía catedralicia. La comunidad judía participó de forma destacada en su desarrollo, lo que se pone de manifiesto en los templos conservados,  donde la decoración exuberante y los emblemas de vínculo con el poder cristiano lo dejan de manifiesto.

En el siglo XVI, con la llegada de Carlos I, Toledo fue una de las principales ciudades que abanderó la lucha nobiliaria frente al recién nombrado emperador. La Guerra de las Comunidades enfrentó las posiciones del rey frente a los protagonistas comuneros, entre los que destacó  Lasso de la Vega, Juan de Padilla y su consorte María de Pacheco. A la muerte de Padilla la ciudad mantuvo una fuerte resistencia que finalizó en 1522, año en el que capitularon las posiciones comuneras y el emperador configuró a Toledo como capital del Sacro Imperio Romano de Occidente.

La citada centuria fue para la ciudad, junto con el siglo XV, uno de los periodos más prósperos, lo que coincidió con el auge de la industria textil castellana. Sin embrago, el traslado de la Corte a Madrid con Felipe II en 1561 y la ruina de la citada industria inició un periodo de decadencia que duraría varios siglos. La constitución de la Real Compañía de Comercio y Fábricas en 1748 provocó un breve resurgir de la ciudad, aunque éste no sería muy duradero, pues para el siglo XIX se inició un nuevo periodo de recesión.

Al estallar la Guerra Civil española (1936- 1939), Toledo vuelve a tomar protagonismo con la resistencia en el Alcázar de uno de los bando contendientes. La gesta idealizada toma tintes patrióticos que se mantienen en el periodo de posguerra. Con la recuperación de la democracia y la nueva estructura territorial autonómica, Toledo se convierte en capital de la Comunidad Autónoma de Castilla la Mancha en 1982, lo que sirvió como trampolín para un nuevo periodo de crecimiento y desarrollo para la ciudad.  




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